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En el proyecto “Soria Forest Adapt”, que tiene como escenario la provincia de Soria, está involucrada la Escuela de Ingeniería de la Industria Forestal, Agronómica y de la Bioenergía (EIFAB) del Campus de Soria
La provincia de Soria será escenario durante cuatro años de una iniciativa colaborativa con la que se pretende aumentar la capacidad de adaptación (resilencia) de las masas forestales frente al cambio climático, el proyecto LIFE Soria Forest Adapt. Y en él participa la Universidad de Valladolid, a través de la Escuela de Ingeniería de la Industria Forestal, Agronómica y de la Bioenergía del Campus de Soria, coordinado por la Fundación Global Nature.
Su objetivo es la modificación gradual de los planes de gestión forestal en toda la provincia de Soria y que se convierta en una referencia técnica para la gestión forestal, con medidas de adaptación al cambio climático, ya que la provincia soriana es un ejemplo de gestión forestal desde la Edad Media. El proyecto abarcará 200.000 hectáreas de bosque público e incidirá también en los programas de forestación en tierras privadas, especialmente las agrícolas.El objetivo es extender el modelo al resto de la Comunidad Autónoma de Castilla y León, y al resto de España y el sur de Europa.
“Este proyecto persigue poder reorientar la gestión forestal de Soria para que los bosques puedan estar más preparados para hacer frente a un escenario climático que difiere del que existía en el pasado” afirma José Miguel Olano, director de la EiFAB del Campus de Soria y miembro del Instituto de Gestión Forestal Sostenible (iuFOR). Esta apuesta europea que se desarrolla en los montes sorianos, pretende aumentar la resiliencia de estos ecosistemas frente al cambio climático, mediante la inclusión de medidas adaptativas en los planes de ordenación forestal públicos y privados.
El proyecto LIFE Soria ForestAdapt tiene un presupuesto total de 1,5 millones de euros, un período de ejecución de cuatro años y cuenta con el apoyo del instrumento financiero LIFE de la Unión Europea y del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, a través de la Fundación Biodiversidad.
En palabras del coordinador del proyecto Daniel Hernández Torres, técnico de Fundación Global Nature, “es necesario integrar ya en las políticas de gestión medidas de adaptación al cambio climático que respondan a proyecciones de lo que va a pasar para prevenir, para adelantarnos a los impactos”.
En este proyecto también colaboran la Fundación Centro de Servicios y Promoción Forestal y de su Industria de Castilla y León (Cesefor), la Fundación Privada Empresa y Clima (FEC), el Forest Stewardship Council en España (FSC España), la Asociación para la Certificación Española Forestal (PEFC España), la Universidad de Valladolid (UVa) y la Fundación General de la Universidad de Valladolid (FUNGE).
El binomio, deforestación y cambio climático
Los bosques ocupan un tercio de las tierras emergidas y su papel es fundamental para salvaguardar el mundo en que vivimos. La persistencia futura de su función se ve amenazada por la combinación de deforestación y cambio climático. Una gestión adecuada a los nuevos escenarios climáticos puede permitir no solo su mantenimiento para las generaciones futuras, como fomentar su papel en la reducción del carbono atmosférico, convirtiéndolos en verdaderos escudos naturales frente al cambio climático.
Los bosques eliminan el carbono de la atmósfera almacenándolo con la madera, que guarda el carbono incluso mucho tiempo después de que los árboles han muerto. Los suelos forestales también incorporar mucho carbono atmosférico en forma de humus. Por si fuera poco, los bosques regulan el ciclo del agua, reduciendo el estiaje de los ríos y previniendo de las grandes inundaciones. Los bosques son verdaderos escudos naturales frente a las amenazas relacionadas con el cambio climático.
En zonas como España donde la mayor parte de los bosques están gestionados por el ser humano desde hace siglos, la gestión tiene que ajustarse a las nuevas circunstancias de un clima mucho más cálido y seco y con mayor frecuencia de extremos climáticos. Esto implica cambiar las pautas de gestión e incorporar nuevos métodos que hagan a los bosques más resilientes.
Fomentar los bosques con varias especies, reducir la densidad de los bosques para que los árboles dispongan de más agua para sus raíces, aumentar la complejidad estructural de los bosques, fomentar las especies y variedades más resistentes a las sequías y a las plagas son algunas de las medidas que pueden hacer que nuestros bosques puedan seguir cumpliendo sus funciones en el mundo que se avecina. Una gestión adecuada, además, nos ayuda, a reducir el riesgo de incendios, minimizar el impacto de plagas y enfermedades, y favorecer el flujo continuo de recursos como madera, hongos, miel o resina, del bosque a nuestros hogares. Y por supuesto, seguir disfrutando de todos los placeres estéticos y vitales que los bosques nos brindan.